La falta de provisión de cigarrillos es una características de la últimas semanas. Como suele ocurrir, la centralización dejó a las provincias sin stock mucho antes que a la ciudad de Buenos Aires, donde tampoco es posible comprar demasiado desde los últimos días.
La lista de productos esenciales provocó el cierre de las fábricas Massalin Particulares (Phillips y Marlboro, entre otros) y Nobleza Piccardo (Lucky y Pall Mall, por ejemplo) el 20 de marzo porque lógicamente no estuvieron incluidas, más allá del enorme flujo laboral y económico que reporta la comercialización de los mismos.
Quienes pudieron stockearse soportaron la demanda de sus clientes por un lapso más extenso en el tiempo, pero en muchos kioskos el valor de cada atado fue variando a demanda. Se reportaron que en algunos casos, en otras regiones del país, se ha pagado hasta $500 por un atado de 20 unidades, más del triple de lo habitual.
Las últimas marcas en terminar su distribución fueron Camel, Lucky y Parisiens. En muchos casos, los consumidores deben conformarse más con lo que se encuentra que con lo preferido.
Phillips, Marlboro y Chester, las más comercializadas estadísticamente en la Argentina no se encuentran desde hace varias semanas .
La situación se extenderá en el tiempo ya que no hay fecha prevista para la reapertura de las fábricas. Por lo pronto, la fabricación no será posible hasta el 10 de mayo (fin de la etapa vigente en la cuarentena). Una vez que se habrán los tiempos de elaboración, hay que generar volumen y a eso sumar la distribución en todo el territorio, por lo que será complejo para todos los fumadores.
Así, en los últimos días fueron ganando terreno las propuestas más económicas, como Red Point (Tabacalera Sarandí), marcas que tampoco ya es habitual encontrar en las cigarreras por estas mismas cuestiones.